Ella era algo así como un bloque de hielo. Era insegura, grosera, nada amorosa, vivía despeinada. Era algo así como perfecta.
Un bloque de hielo maravilloso que a veces se derretía. Y cuando conseguías que pasara todo era lo mejor que podría haber pasado en tu vida.
Podías sentir la furia, el amor, la felicidad, la angustia, la ansiedad, el miedo y todo en sus ojos. Menos su tristeza, su tristeza únicamente y sólo únicamente aparecía en sus sonrisa. Una sonrisa que te hablaba y que te decía; "No me conoces y nunca lo harás". En realidad cuando el bloque de hielo se derretía, los muros se derribaban y la escalera se colocaba en el sitio perfecto para llegar al jardín donde guardaba todo su corazón reconstruido en pedazos no había nada que decir, con una mirada quedaba todo dicho.